El principio del olvido, el recuerdo lento.
Un alto en el camino del camino muerto.
El inicio prolongado para el que no buscaremos traje.
Y yo que nunca quise quedarme, yo que me bebía el tiempo,
yo que cerraba bares y alternaba entre luces, yo que en las mañanas amanecía muerto.
Veo llegar el momento; tranquilo, sosegado. El que espera en el peaje
donde todos rendimos cuentas
de las copas y de las cenicientas de una noche, de dos y de treinta.
Un naufragio manso que no ha visto abordaje.
Y yo que no dejo semilla, yo que buscaba el momento
de salir de cuentas del mar de dudas. Yo quisiera empezar el viaje de nuevo.
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