Dame siete estrellas, dame tardes de canela
no me des venidero, dame un "dentro de poco".
No me digas misa ni me hables de hipoteca
ni a las repisas te subas a buscar el rastrojo
de los años que me quedan.
Que me marcho mañana y hoy estoy de paso
Que mañana me marcho y me pierdo de tu vera,
de la cuenta del naufragio en mi canción venidera,
un alma de corsario en tu nariz veinteañera.
Mi futuro es el convento de las mentiras del pasado
de las vidas, de los muertos, de las idas y venidas,
de los árboles ya secos de los campos colegiados,
a las puertas del verano donde pierdo yo la brisa
y me siento en el tejado a romperme la camisa.
Que me marcho mañana y no es temprano,
Que mañana me marcho y no te olvido
del camino que me lleva por la calle mal venida
de la puerta del ahogado a las rosas con espinas.
Si te digo que me marcho no es por culpa del camino
no es el "hoy" ni es el "yo" ni es el "no dijiste" ni el "te digo",
es curarme las heridas y cerrar las cicatrices
para abrirme otras nuevas y dejarte que me grites
por marcharme sin dejarte que pudieras despedirte.
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