que la gente ya no escribe,
que la mala suerte no reparte,
que los amores ahora se mandan.
Que el hombre muere en la radio a menudo,
que venimos de un mundo lejano,
que este año se nos termina el verano,
que el que no habla ya no se queda mudo.
Pero no encontré la esquela que me dijiste.
La del pájaro que crece, la del álamo que nace
bajo la farola donde me quisiste.
La de las letras borrosas del camino de baldosas.
Donde nadie viene a rezarme,
donde nadie busca perderse.
También decía el diario que hoy entra el otoño,
que las madres no lloran la tierra,
que los hijos no vuelven de la guerra
y que los fieles ya no buscan testimonio.
Pero no encontré entre las hojas mi fotografía.
Ni una fe de erratas, ni dos versos y cuarto.
Ni mis cromos ni mi Elizabeth ni mi cartera vacía.
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