Ruidoso jolgorio llevan
al pasarme los escolares
que entre risas no contemplan
dejar de ser infantes.
Han aprendido en libros
y ahora aprenden en la calle
y encaminan ahora el regreso
dejando de lado el valle.
¡Quién pudiera! Quién pudiera,
con tal algarabía,
volver a clase con el maestro
y ser infante todavía.
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