Hace mucho que es tarde.
Tarde para mí, para ello, para lo demás.
Pero cuando uno visita los lugares que un día conoció recuerda batallas tan antiguas que no sabrías decir por qué comenzaron: solo recuerdas que lo hicieron y no sirvió de nada. Y aún así qué caprichosos somos, que teniendo todo seguimos sin estar del todo tranquilos. Algunos estamos hechos para el regocijo de nuestra propia miseria y cuando no la tenemos la extrañamos.
Aún me atormenta el pensamiento de abrir según qué puertas y lo desecho con la misma velocidad a la que me vienen. Esas cosas no sacan a uno de nada, sino que lo llenan de dudas, de desconfianza y de inseguridades y ya estamos un poco creciditos para volver a jugar a "no tengo casa, no tengo pareja. Vamos a la aventura". Y no por falta de ganas, vaya.
Mátame si ya no te resulto útil,
mátame si te queda compasión.
Pero esta casa en la que se mueve mi mente día tras día (desde que tengo uso de razón) está tan llena de fotos, secretos y fantasmas que se me hace casi imposible combatirlos sin verme en la obligación de hacer como si no me escuchase pensar.
Un suelo de una habitación que me lleva a un dormitorio en cuyas paredes adornan retazos de una vida, un pañuelo, una caja de música que toca un 15 de julio de 2007, una cama llena de gente que no me espera y una silla donde no encuentro descanso.
Me marcharía si me lo pidieses,
me quedaría si pudiese.
Y si he de irme, me iré.
Pero solo ti tengo que hacerlo.
Una frase ahora, otra dentro de cinco minutos, luego una foto, ahora viene una canción, vienen ganas de tener dieciocho de nuevo, ganas de no haberlos tenido nunca, amanece, me veo viniendo a través del puente de la universidad sin saber dónde termino pero contento porque la noche ha sido inolvidable. No camino solo, no se pongan tristes.
Qué mala vida esta que hace a uno no ser capaz de tener la ocasión de volver a tener otra vida para aprovechar aún más tiempo, ver más lugares, más personas, menos días y más noches. Pero esta vieja casa sigue hablándome y me enseña fotografías que hacen que quiera marcharme. Esa casa donde puedo tocar la guitarra, que sabe que no debería haberme ido nunca, que podría haber tomado ese otro camino, esa otra puerta, esa otra cama.
Y ahora soy yo el que no pide aire,
ahora soy yo el que quiere marcharse.
Mañana me despertaré y puede que no quiera hacerlo, con dolor de cabeza y yaciendo inánime. Viendo como el mundo se vuelve loco dando vueltas. Y todo lo que dije que haría, como hacer el mundo de nuevo o dedicarte tiempo, simplemente se perdió en la oscuridad y ver el mundo dando vueltas como un loco.
Ahora el día se ha terminado, ahora digo que volveré. Miro las estrellas desde el borde del río, donde el mundo sigue girando y yo sigo completamente inmóvil. Vuelvo a despertarme y resulta que el día se ha marchado y la noche está sobre mí, pero el mundo sigue, sigue, sigo, sigues, siguen y, sobre todo, sigues.
Quizás algún día sepas que nunca pude hablarte pero que siempre quise hacerlo y ya será tarde. Lleva siendo tarde durante diez años y no fue culpa tuya, no fue culpa mía, fue culpa de los dos, fue culpa de ninguno. Fue por haber dejado las buenas costumbres y no disparar al camarero.
Aún no estoy preparado
para que nos marchemos de la casa.
Ahora ye hemos crecido todos y las habitaciones están vacías, nadie se sienta a cenar en el salón y las fotografías se multiplican. Me acuerdo de esta, en la playa. Me acuerdo de esa en el parque, bajo tu casa. Me acuerdo de esa, donde tuve que girarme porque te había visto y aún no te conocía, pero quise hacerlo.
Hermano, he tenido un sueño:
Estaba de pie, contemplando un cielo naranja.
Ahora mi tiempo aquí se termina y volveré a quedarme en esta casa mientras me marcho a la tierra que me reclama sin derecho ni afecto. Volveré a ser un turista donde tengo mi casa en lugar de ser un extranjero en mi tierra.
Pórtate bien.
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